Para aquellos que nos dedicamos a los Recursos Humanos, la palabra millennial nos produce una mezcla de nerviosismo e interés. El nerviosismo viene, desde mi punto de vista, de la lectura puramente sociológica que se hace de la también llamada Generación Y, que define a las personas nacidas entre 1980 a 1999 (entre las que yo me encuentro) en los siguientes términos:
«Millennials: la generación malcriada que quiere cambiar al mundo»
«…menores de 30 años, egocéntricos, muy listos y preparados académicamente…»
«Son criticados por ser impacientes, malcriados y sobre todo, por tener un título académico»
«Sus pocas ganas de adaptación a los actuales ambientes laborales le hacen migrar o fundar sus propios negocios»
Por otra parte, encontramos otro enfoque, que en mi opinión es mucho más positivo y ajustado a la realidad. Despiertan nuestro interés estudios como el presentado por ManPowerGroup, en el que encontramos las siguientes conclusiones:
«A pesar de que se les tilda de perezosos, los datos nos dicen lo contrario. Los Millennials trabajan con tanto desempeño o más que otras generaciones»
«…valoran positivamente disfrutar de un entorno de trabajo flexible, aprender nuevas habilidades y tener la oportunidad de crecer en la empresa»
«No van saltando de un trabajo a otro como algunos nos quieren hacer pensar. Si se les da la oportunidad, avanzan y ascienden, pero la mayoría de las veces, lo que esperan es crecer profesionalmente con el mismo jefe»
«Más que un trabajo para toda la vida, los Millennials saben que necesitan desarrollar habilidades continuamente para mantener su empleabilidad»
«Para ellos, la estabilidad laboral significa estabilidad en su carrera profesional: es la trayectoria no el puesto de trabajo»
Por tanto, escuchando a todas las partes (empleadores, empleados, reclutadores y candidatos), lo que podemos extraer es que los millennials suponemos un reto para las empresas y al mismo tiempo una oportunidad (“Crisistunidad”… recuerdan?).
Un perfil profesional ávido de desafíos, con inquietudes, con ganas de crecer y aprender, con ambición y capacidad para adaptarse a las necesidades de un mercado laboral cambiante, necesita de políticas de Recursos Humanos lo suficiente maleables para no dejar escapar todo ese talento que va fluyendo por el tejido empresarial.
Los millennials constituyen ahora mismo un factor diferencial en las compañías, aportan valor y dinamismo a los equipos de trabajo desde el primer momento y en un futuro cada vez más próximo constituirán el grueso de las plantillas en la mayoría de empresas.
Anticiparnos a esta realidad y ser capaces de crear un ambiente de trabajo “confortable” para que los millennials puedan crecer y relacionarse con los demás colaboradores, será clave para tener equipos de trabajo altamente competitivos y que marquen la diferencia.
Sólo así, entendiendo y trabajando los puntos fuertes de la generación millennial, podremos atraer y fidelizar (que no retener) el talento, ese bien tan preciado y que cotiza al alza en el apasionante mundo de los Recursos Humanos.
Feliz semana!
jajaja me ha encantado el (no retener), pero es cierto, para nada pienso que sea malo los millennials (a parte de que me incluya en el) sino todo lo contrario, darán un giro a las empresas que necesitan y nos ayudaran hacerlas más humanas y a darle más importancia a nuestro campo, lo que también implica un nuevo reto 😉
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Gracias por tus comentarios Alba!! El ser millenials nos debe hacer conscientes del papel que tenemos y tendremos en las empresas de cara al futuro. «Un gran poder conlleva una gran responsabilidad» 🙂
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