Uno de los aspectos de los que más nos vanagloriamos los que nos dedicamos a los Recursos Humanos es que “trabajamos por y para las personas”. Salvo contadas excepciones, aquellos que gestionamos el talento en las empresas nos esforzamos en crear un entorno agradable de trabajo que permita el óptimo desarrollo de la actividad de la compañía, y aunque la voluntad en general es buena, los resultados son dispares.
Es cierto que el conjunto de iniciativas y acciones a llevar a cabo para conseguir un clima laboral favorable y con índices de satisfacción altos se encuentran en la parte más estratégica del departamento de RRHH. Suelen ser planes a medio – largo plazo, que requieren tiempo y preparación, además de una medición constante a través de indicadores adecuados (cuestionarios y/o encuestas, % de participación de la plantilla, índices de rotación y absentismo, productividad). Justificar los costes de estas iniciativas y ligarlos la consecución de objetivos es complejo, pero son muchos los estudios que nos revelan la relación existente entre trabajadores contentos y buenos resultados empresariales. Por tanto, es un camino que debemos explorar. Merece la pena.
Las tendencias más recientes nos hablan de “poner el foco en las personas”, “cuidar del trabajador”, etc. y ya son una realidad. Podemos comprobar que cada vez más empresas apuestan por la atracción de talento, el employer branding y las políticas activas de mejora de las condiciones laborales (no sólo a través del salario) para aumentar la satisfacción media de las plantillas.
¿Pero y si podemos ir más allá? Lo que hace unos años era poco menos que una utopía, actualmente es cotidiano en muchas empresas. La irrupción de nuevas figuras en el mercado laboral (millenials, knowmads,…), el avance en políticas de conciliación, la cada vez mayor flexibilidad en las condiciones de trabajo, etc., nos obligan a trabajar en un sentido muy claro. Orientación 100% a las personas de nuestra organización. Los colaboradores, todos y cada uno de ellos, tienen que sentirse protagonistas del día a día de la compañía. Si desde Recursos Humanos enfocamos nuestros esfuerzos en crear una “experiencia de cliente interno” satisfactoria y motivadora, que fomente el crecimiento y desarrollo de las personas de nuestro entorno, estaremos transmitiendo una imagen agradable y atrayente del proyecto empresarial.
Con este escenario favorable, serán los propios colaboradores los que proyectarán los valores, la cultura y los objetivos corporativos como propios. Trasladando el entusiasmo y el sentimiento de pertenencia a los clientes externos, la imagen de la compañía ganará en credibilidad, facilitando en gran medida la atracción de talento desde el exterior y la retención y el crecimiento del talento «in-house».
Así, ya no hablaremos de trabajadores contentos, sino de verdaderos “embajadores de marca”.